Doroteo Arango era el nombre del legendario bandolero que azotó las áridas tierras norteñas de México a principios del siglo XX. Con varios asesinados a traición en su haber, llega a construir la más universal de las leyendas del país : el pistolero-héroe, el Robin Hood vernáculo. De cruel criminal pasó a ser el comandante más popular de la larga guerra revolucionaria, y el único hombre que ha invadido a los Estados Unidos sin poder ser castigado. Un ídolo sui generis que llegó a sentarse en la Silla Presidencial en el mismo Palacio de Gobierno, el mismo que fuera sesenta años antes la sede de un Emperador.
Aclaro: Según el hombre que más ha investigado y escrito sobre esto, el historiador norteamericano Friedrich Katz es preferible hablar de rebeliones regionales múltiples antes que de una única Revolución mexicana.
Es sabido que Don Francisco Madero, gobernador del estado de Coahuila, dio el pistoletazo de salida el 20 de noviembre de 1910 sublevándose contra Porfirio Díaz y exigiendo el Sufragio Efectivo y la No Reelección como el pendón del gran levantamiento. En esa fecha se celebra el día de la revolución mexicana.
En una visita a Chihuahua del recién insurrecto Madero, Villa corre a conocerlo. “Se encuentra fascinado por el antirreeleccionismo que éste encarna, y prácticamente se confiesa con él” (*)
Madero lo absuelve de todas las cargas que en su conciencia lleva. Villa recibe un pequeño contingente de hombres armados y se incorpora a la lucha; es ahora parte de las fuerzas maderistas. En la batalla aprende las artes de la guerra. “Sus superiores se admiran de sus durísimas cargas y empiezan a temerle”(*).
Desde el asesinato de Madero se refugia en Tucson y se prepara para volver. Sigue ahora a las fuerzas constitucionalistas de Carranza . Integra su legendaria División del Norte y captura Torreón, el nudo de todas las vías ferroviarias norcentrales de la república ; hazaña que vive en la infinitud de corridos que se le dedican, como el de Siete Leguas—el caballo que más estimaba— “ya no te acuerdas valiente que atacaste Paredón, ya no te acuerdas valiente que tomaste a Torreón”.
Luego la toma de Ciudad Juárez , que es “su entrada a una aduana de los Estados Unidos, si no por momentos a la celebridad mundial”(*) A los pocos días deshace a la tropa del gobierno en Tierra Blanca, y asume la gobernación del Estado de Chihuahua. “En USA es noticia de ocho columnas Pancho Villa rides to victory” (*)
Villa, estrella mediática
El fervor villista alcanza, según John Reed “niveles de idolatría”. Reed se fascina con Villa. Lo busca, lo entrevista, escribe “Con Villa en México” en 1914 y alimenta su leyenda en los Estados Unidos. En 1972 Paul Leduc lleva al cine largo metraje imitando los carretes que filmó Reed y sus historias de prensa con un espectacular México Insurgente.
En 1980 Warren Beatty dirige y protagoniza Reds, con lo que gana su Oscar a mejor Director. En ella él encarna a John Reed, el millonario norteamericano que se fanatizó con la revolución rusa (**), formidable film que estelarizan también Jack Nicholson y Diane Keaton. Sus escritos son una serie de artículos periodísticos para Metropolitan Magazine y el New York World. México Insurgente es la crónica de la Revolución que vivió Reed, junto a los rebeldes de la zona norte del país.
Apenas en 1914 los productores de cine gringo ponen el ojo en el personaje novelesco-filman sus batallas y hasta los fusilamientos - (“en las mañanas logramos que pospusiera las ejecuciones de las 5 a las 7 para que hubiera buena luz”). Se firma con Mutual Films un contrato de exclusividad para filmar o simular batallas.
De la fiebre cinematográfica desencadenada por aquellas hazañas hay que nombrar Vámonos con Pancho Villa, uno de los grandes títulos de aquel despuntar del cine mexicano. Se estrenó en 1936 bajo la dirección de Fernando de Fuentes, que ya era muy conocido por la película que marca el inicio de la Edad de Oro del cine azteca, “Allá en el Rancho Grande” . Se le llama el John Ford del cine mexicano (Se puede encontrar la versión completa en el canal de YouTube de la Filmoteca UNAM).
--De Fuentes es justamente quien dirigió Doña Bárbara.
Auge y caída
“Este hombre no existiría si no existieran las pistolas. La pistola no es solo útil de acción. Es su instrumento fundamental; el centro de su obra y de su fuego..su alma hecha forma”. Así lo describe Martin Luis Guzmán, que es quien ve la clave profunda de lo que fue su inmenso arraigo popular, la dualidad del héroe “que encarna a un tiempo venganza y esperanza, destrucción y piedad”
Victoriano Huerta, el traidor por antonomasia en la larga contienda, el que ordenó asesinar al apóstol Madero, huye por fin en 1914, y el constitucionalismo entra triunfante. Carranza es ahora el Primer Jefe. Villa está en primeras páginas. Tiene serias diferencias con Carranza. Y Álvaro Obregón emerge con su arrolladora voluntad de poder. En un momento de la disputa los constitucionalistas huyen y dejan el campo abierto a los llamados convencionistas, que nombran al Centauro del Norte comandante de sus ejércitos.
Después de la Convención de Aguascalientes, los recién reconciliados Pancho Villa y Emiliano Zapata entraron en la ciudad de México el 6 de diciembre, a la cabeza de un ejército de 60,000 hombres deslumbrando a la muchedumbre. Son las tropas del Ejército Libertador del Sur y de la División del Norte que desfilan. Villa y Zapata asisten a una comida que ofrece el presidente de la Convención Revolucionaria, en el Palacio Nacional. En este momento es cuando un entusiasmado General Villa se hace retratar en la silla presidencial.
Después vienen las derrotas ante Obregón
Villa se deslindó de la revolución convencionista, dominó 14 estados del norte e hizo de su Chihuahua un estado casi absolutista. Al enfrentar a Obregón —el General invicto de la revolución—empezó a declinar.
Después de derrotado, los «Dorados» fueron el nuevo emblema del villismo en esta etapa. Nuevos jefes militares jóvenes desplazaron a los veteranos de la guerra. La violencia, los fusilamientos masivos, el coraje, la crueldad, el contrabando de armas, los asesinatos, la corrupción y el odio se convirtieron entonces en la norma. Hacia 1919 Villa había perdido ya toda su antigua credibilidad como caudillo revolucionario entre las comunidades de las serranías de Chihuahua. Quizás con la misión de salvar la imagen de la leyenda blanca de Villa, Katz (*** ) define a esta etapa de «decadencia moral del caudillo».
El otrora simpático mexicano invadió Columbus, pequeña población fronteriza, y se dedicó al pillaje. Luego huyó. La gigantesca persecución de los Rangers no pudo dar con él. Alguien escribe que “ha propinado a los güeros la única invasión de su historia”.
El 28 de junio de 1920 los últimos Dorados rinden las armas
Retirado a su Hacienda de Canutillo dedicado a cultivar maíz y criar ganado, un día decide aceptar la invitación a un bautizo. Maneja un auto repleto de espalderos, pero una emboscada le espera hace tiempo. Y lo acribillan en una esquina de Parral el 20 de julio de 1923. Nadie queda vivo.
Salta a vivir en corridos, hechos y fábulas en el populacho. Y hasta en el cinematógrafo. Dice Krauze que el pueblo lo lloró porque veía en él la más compleja de las metáforas, hecha de ignorancia y aspiración, de coraje y piedad, de violencia y de luz.
Luis Felipe Blanco Iturbe.
(*)Enrique Krauze. Entre el Ángel y el Fierro
(**) Martin Luis Guzmán. Entre el Aguila y la Serpiente
(***)Friedrich Katz. Pancho Villa and the attack on Columbus,New Mexico
(Las fotos son reproducciones del. Libro Entre el Angel y el Fierro)
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