Guía para la Sede de las Jornadas 2005
Ha sido una grata tarea servir de narrador de estas crónicas durante 18 años. Una afición a no despegarnos del precipicio de nuestro devenir. Ojalá esta maniaca perseveración haya inducido a alguien a leer la historia, ahora que la cruenta marcha de nuestro proceso histórico pretende ser reescrita. La novedosa algarabía en torno a un supuesto descubrimiento de otra fecha de la fundación de Caracas, es uno de los síntomas del trastorno, sobre el que volveremos al término de estas páginas.
El tono ligero que ha privado en estas crónicas se ha acoplado a la cadencia despreocupada de este país de tanto balbuceo a la hora de reclamar sus fueros y cuyo pecado original son los grandes espacios de silencio espiritual, en contraste con la proverbial vocinglería que lo perfila a diario. Como antecedente, pocas naciones han sentido un silencio comparable al vacío literario que esta Provincias vivieron entre 1629 y 1720.
El afán por querer saber la verdad de nuestro pasado debe adquirir carices de obsesión: el amor de un pueblo a sus cosas no viene de la simple memorización de fechas sino de asimilar lo que el pasado nacional tiene de reconfortante, bello o sugestivo. Tenemos presente siempre El Libro de las Tierras Vírgenes. En él Rudyard Kipling -el poeta colonial británico por excelencia -describe despreciativamente un tal “país de los monos”, símbolo en su mente del derecho que Inglaterra tenía a sojuzgar a los pueblos atrasados. El rasgo más reiterado con que les humilla es la falta de continuidad histórica, esa tara que les impide tener un carácter nacional y propósitos definidos. Contra eso hemos querido enfrentarnos.
Y por eso seguimos en nuestro observatorio. Otra vez en la costa mágica, la región del embrujo marino, de la visión de las palmeras que se hallan en el confín de la mente, porque al final de la mente se halla un sinfín de palmeras. Revelación hecha en medio de la fantasmagoría de un poeta moribundo, y no sabemos si conocía el hermoso mito sufí, de que Alá, una vez dado forma al primer hombre, usó la arcilla que quedaba para modelar la palmera, la hermana de Adán.(1)
Aquí, donde una flotilla de islotes se detuvo frente la costa a contemplar el sereno espectáculo de las aguas dormidas ante la empinada cordillera, a mirarse en cada semiluna de cocotales , a mezclarse cielo, mar y vegetación, nos volvemos a encontrar.
Y queremos dar un último testimonio de los orígenes de estas villas orientales que dan vida al espléndido Estado Anzoátegui, el más fiel anfitrión de las reuniones pediátricas en los últimos 20 años.
Aquí en Oriente se cumple con marcial rigor el principio de que los ríos son los padres de las villas. Así nace la primogénita, Cumaná, de las riberas del Manzanares. Barcelona surge del Neverí y Clarines del Unare. Y los pueblos le cantan a sus ríos, incitándolos a detener las crecientes.
Mirando hacia el sur viene a la memoria toda la historia de aquella tierra yerma difícil de los llanos orientales. Vegetación escasa y rala, suelo rojizo, señales de vida difícil (2)
Ya no están aquellos pequeños mechurrios que como espectrales enviados del purgatorio se perdían en la inmensidad, y alimentaban la mítica vivencia de las almas en pena , errando por la soledad nocturna. Hoy se alza imponente la llamarada del progreso iluminando la noche, visible desde El Morro hasta las ultimas estribaciones de la selva barloventeña, y anunciando desde el trasmundo la vecindad del venerado Cristo de Jose.
La fusión es una palabra clave en la evolución de la civilización. La fusión de ciudades, la mezcla de culturas. Como la fusión actual de Barcelona y Puerto la Cruz, en sus orígenes es descendiente de la más pintoresca de las amalgamas.
Sabido es que Juan de Urpín el 12 de Febrero de 1638 en un saliente montañoso llamado Cerro Santo, en la margen izquierda del Neverí, fundó un pueblo al que llamó Santa Eulalia o Barcelona del Cerro Santo. Antes, Cristóbal Cobos había fundado un pueblo de indios Taguares y Cumanagotos al que llamó San Cristóbal de la Nueva Ecija de los Cumanagotos. Por cierto tal hecho fue producto de una sanción impuesta por un alto Tribunal de la Corona, como castigo por la parte que tomara su padre en el asesinato de Francisco Fajardo. Como los dos poblados en cuestión chocaban con frecuencia por razones limítrofes y cobros de impuestos, decidieron aglutinarse, pero para tal empresa requirieron el aval de don Sancho Fernández de Angulo, Gobernador de Nueva Andalucía, avecindado en Cumaná, quien dio su venia. Y así lo hicieron, y el 1º de Enero de 1671 nació Nueva Barcelona, aunque sin esperar el permiso de Doña Mariana de Austria, Reina de España. Esta anuló la unión, como matrimonio invalidado, pero en la práctica su veto no se cumplió y la nueva villa siguió su crecimiento.
Barcelona y su provincia están jalonadas de sitios históricos, muchos de ellos ya descritos en estas crónicas. Es justicia completar la lista con algunos olvidados.
Tal es el Puente Portugal, sobre el Neverí, sitio del renombrado abrazo de Bolívar y el General José Francisco Bermúdez, donde el primero llama al segundo “El libertador del Libertador”.
En la casa verde o Baños del Neverí, José Tomás Boves apresó a 48 familias barcelonesas después de un suntuoso y forzado baile que les ofreció, para fusilar como “Fin de Fiesta” a todos los padres de familia que acudieron al evento.
El histórico templo de San Cristóbal data de 1748. Con el terremoto del 21 de Octubre de 1766 se cayeron sus fachadas occidental y oriental. Debajo del Altar Mayor se depositaron como reliquias sagradas, un hueso de cada uno de los siguientes santos: San Eustaquio, San Severiano, San Facundo, San Pedro Alcántara, San Pacífico, San Anastasio y San Pascual Bailón. En 1777 llegaron directamente de Roma los restos de San Celestino Mártir, gracia dada por el Papa Pio VI..
La casa más antigua de Barcelona, que data de 1671, alberga al Museo de la Tradición; fue la cuarta casa en construirse en aquella Nueva Ciudad surgida cuando los dos pueblos rivales se apaciguaron. Aquí se subastaban esclavos cada domingo .
Lechería: Cuenta Don Salomón de Lima que hacia 1890 dos laboriosas barcelonesas criadoras de chivo construyeron dos casas a 500 mts. del Cerro La Pedrera, a 4 kms. al Oeste del Morro de Barcelona, con el objeto de explotar el expendio de la leche de los caprinos. Tales posesiones fueron conocidas desde entonces como la Lechería.
Un camino lleno de significados no tan lejanos es la llamada Carretera Negra, cuya inauguración en 1938 fue un gran evento para todo el Estado (3). Hasta entonces tomaba una semana viajar los 123 kms de Barcelona a Aragua de Barcelona, y el viejo camino solo podía ser sorteado en la estación seca . Fue Mene Grande Oil la empresa que pavimentó el camino paralelo al oleoducto extendido entre Puerto la Cruz y el histórico campamento Oficina No 1. Campamento historiado y novelado que nos trae a la memoria a uno de los anzoateguienses más eminentes de cualquier tiempo: Miguel Otero Silva, a punto de conmemorarse 20 años de su muerte en este mes de Agosto.
En el rico anecdotario de la región encontramos un episodio poco conocido de la crónica médica colonial donde es bien patente el terror que imponía el régimen colonial venezolano. Cuenta el Dr. José Rafael Fortique (4) lo acaecido al mayordomo del Hospital de Barcelona. Eran estos mayordomos quienes llevaban la economía del instituto. Se creó el cargo de Contralor de Hospitales en 1777. Solo se daba esta dignidad a españoles y criollos de buena reputación. Sin embargo, por razones nunca aclaradas, recayó el cargo en un señor Manuel Barbier, francés, no naturalizado.
Dicen los archivos que en Febrero de 1809 este funcionario descuidadamente se expresó en forma grosera hacia los Reyes de España y las autoridades locales mientras cumplía una visita a la morada de una señora Rodríguez, en presencia de una segunda dama. Las dos doñas en cuestión resolvieron quejarse ante las autoridades locales, que de inmediato encarcelaron al Sr. Barbier. Acosado por el Fiscal de la Real Hacienda, Lic. Manuel López de Umérez, y aterrorizado por las amenazas, resolvió el prisionero ingerir sublimado corrosivo. Como consecuencia de ello falleció a los pocos días.
El Lic. Umérez, en vista de que la muerte del reo no permitió poner en práctica la Ley para estos casos, pidió se ahorcara el cadáver del suicida, para que sirviera de escarmiento público, y se condenara su memoria como infame y se le confiscaran sus bienes. Todo esto, por expresar simples críticas y burlas en privado. No bastaba esto. A fin de ser más lisonjero y obsequioso a los ojos de los monarcas, Don Juan Manuel de Cagigal exige que el cadáver sea desenterrado y sus huesos entregados al fuego y sus cenizas esparcidas al viento. Y que se participase a la REAL Audiencia de Caracas. El Dr. Francisco Espejo, Fiscal del Máximo Tribunal, revocó todas las anteriores sentencias. Pero allí quedan en los memoriales, testimonio crudo de lo que el fanatismo y la adulancia pueden hacer.
Epílogo no menos interesante lo constituye el hecho de que el Fiscal López de Umérez es el mismo que apenas un año más tarde, en Octubre de 1810, como Auditor de Guerra y Asesor de la Junta Patriótica de Cumaná y Barcelona, poseído ahora de ardor antimonárquico, hizo el proyecto de independencia de Barcelona ¡! Tales de ejemplos oportunismo los seguiremos encontrando ad nauseam en toda nuestra evolución.
Bien, y siguiendo por estas costas, uno de lo templos sin duda más admirados de todo el Oriente es el magnífico que cobija a la población de San Antonio de Clarines. Celebrado por el Padre Caulín en su Historia de la Nueva Andalucía : “..En este año de 1755 en que corro la pluma..una suntuosa iglesia que será, cuando esté acabada, la más preciosa alhaja de todo este obispado..”
Parece que hubo un primer poblado, Ntra. Sra. de Clarines, que no se consolidó. Luego Fray Cristóbal de la Concepción funda un segundo en el sitio llamado Aripata, a orillas del Unare.(5)
El termino píritu, contrariando el saber popular, que suponía ser un apócope de la palabra espíritu, le viene del nombre indígena de una pequeña palma cuyos frutos son unas especies de uvas en agraz , y cuyo tronco era usado para hacer pipas o cachimbos para fumar tabaco. Y de él tomaron también los indios su nombre : indios píritus o pirichus.
Este pueblo, fundado en 1736, es célebre por ser el asiento d e las antiguas Misiones de Píritu, a cuyos misioneros se debe la fundación de un buen número de pueblos del Oriente venezolano. Narra Graziano Gasparini (6) que la primera página de la larga historia de las misiones de Píritu se inicia cuando un habitante de San Cristóbal de los Cumanagotos, soldado de Juan de Urpín, ante los tristes resultados de los métodos puestos en práctica para someter a los indios por las armas, se dirigió al Obispo de Puerto Rico a fin de que asignase algunos padres franciscanos para la región.
A quienes fascine la arquitectura colonial debe interesarles la única iglesia circular de las misiones de Venezuela. Es una de esas parroquias establecidas por la Misión Observante Franciscana de Piritu: la misión de San Lorenzo de Aguaricuar fundada en 1675 por el evangelizador Fray Matías Ruiz Blanco. Queda muy poco de este peculiar templo abordable a un lado de la ruta como quien va del crucero de Santa Fe hacia Aragua de Barcelona. Si se hubiera terminado, tendría quizás la misma importancia del de Clarines (6). En cualquier caso, todos estos templos son testimonio sobresaliente de actividad de la cuasi anónima figura civilizadora del fraile-arquitecto.
Por cierto, y aquí hacemos la inflexión en el relato, la historia oficial, esa que intenta ser enseñada como “patriótica”, pretende convencer a todos que Antes de la llegada de los españoles, los indígenas vivían en una Arcadia feliz. Bien poco de la prosperidad de esa edad dorada puede encontrarse en el Caribe suramericano, sino todo lo contrario. Ni siquiera hurgando en la más evolucionada civilización precolombina, la de la meseta del Anáhuac, hallamos señales de tal felicidad colectiva.
Y citemos a Enrique Krauze (7): “...la colaboración de los tlaxcaltecas y huejotzincas con los españoles en la Conquista de Tenochtitlán prueba que la Arcadia mexica no era tal, sino un régimen con aspectos sumamente opresivos. Tenía, a no dudarlo, rasgos admirables (que recogieron amorosamente misioneros como Fray Bernardino de Sahagún y han estudiado en nuestro tiempo académicos eminentes como Miguel León Portilla), pero había explotación masiva de la fuerza de trabajo en las obras monumentales y una severidad excesiva en la justicia y la educación. Éstas son verdades consabidas que, sin embargo, se diluyen en los ríos de tinta ideológica que corren en nuestros días. ¿Y qué decir de los sacrificios humanos? Es un tema fundamental del que valdría ocuparse con espíritu sereno y objetivo. .. los mexicas (y en general los pueblos prehispánicos) vivían dentro de una cosmogonía exigente de sangre, pero eso no significa que aquel universo violento y encerrado en sí mismo haya sido una Arcadia.”
Y así entramos al tema final de esta Crónica : abundan los indicios de que está en marcha un asalto a la conciencia histórica de los venezolanos. Se ha repetido el fenómeno muchas veces en el mundo. Cuando el historiador ve desnaturalizados sus fueros, y el Estado pretende reescribir la historia inventando sucesos que le sirvan de paradigma ideológico o descalificando a los auténticos porque por el contrario no le sirven para el propósito que orienta sus esfuerzos , el oficio de narrador se vuelve vaporoso, aéreo, incierto . Frente a él, caballero andante en solitario, surgen los dragones de los nuevos objetivos “educativos”: ideologizar, adoctrinar, a nombre de una utopía del siglo XIX.
En tales circunstancias, la tarea del cronista se vuelve un poco más cercana a la del fabulador. Este año este prólogo a las Jornadas adquiere un disfraz, y esta mascarada cambia el tono, el color y el carácter de la escritura.
Este espléndido momento, en que juego a escritor, ha adquirido una funambulesca connotación :
¿Qué papel juega un cronista, es decir, un recolector de opiniones ajenas, que quiere ser fiel a sí mismo y a la verdad? -- Desandando ese camino llegó a nosotros una intervención del eminente ensayista ecuatoriano Benjamín Carrión, en un congreso de escritores celebrado en Caracas en 1971. Decía que el verdadero autor era un actor del drama humano:
“Y en la época de las grandes tiranías las voces de los escritores se escuchaban un poco más, como gritos de auxilio, hasta desembocar- por culpa de su voz- en la rada inevitable del destierro. Y Venezuela ha sido prolífico en persecuciones a lo largo de su historia. Este ilustre país de libertadores ha sido paradójicamente, uno de los mas rudos ejemplos de persecución contra la inteligencia. Dentro de las cárceles y por los caminos de América he hallado a venezolanos grandes y buenos...”
En una palabra: Lo que hemos dicho hasta ahora, en unos cuantos años es posible que sea negado.
Debemos estar preparados para ello y por eso este deber de contar lo que sabemos se hace perentorio. Antes de que se nos olvide, intentaremos seguir contando un cuento. El que sabemos. Recogemos la opinión de un analista contemporáneo:
“Una fórmula bien trillada en nuestro pasado ha sido la de que renegar de Venezuela, sus hombres, sus mujeres y sobre todo de su historia es la única manera de querer a Venezuela. De allí que lo importante es que los venezolanos rechacemos de plano a quien Augusto Mijares llama los 'sembradores de ceniza'".
'No es difícil observar (escribe Mijares en un ensayo certero sobre nuestra naturaleza) que cuando uno de estos Narcisos (los sembradores de ceniza) aparenta lamentar que Venezuela hizo tal o cual cosa contra Bolívar, Miranda o Bello, es porque él mismo quiere señalarse como un Bolívar, un Miranda o un Bello incomprendido. Y cuando habla de que todos los venezolanos somos ingratos o corrompidos o frívolos, sólo le interesa ponerse a sí mismo como paradigma de virtud'...'aceptamos ingenuamente que el venezolano que reniega de los venezolanos está por encima de todos, como un paradigma de capacidad y honradez'.(8)
El caso más famoso de tergiversación es el del Libertador.
Existe un libro de Juan Bosch titulado “Bolívar y la guerra social”. Seguro que poca gente lo ha leído. Quien lo hubiera leído con cuidado, se daría cuenta de que el Libertador le tenía terror a la guerra de clases o guerra de colores. El cuento de la oligarquía nunca fue suyo. ¿Cómo iba a serlo si él pertenecía a esas grandes familias caraqueñas que en léxico populista de hoy podían merecer el apelativo de oligarcas?
Boves, él sí, utilizó a fondo el resentimiento social con el fin de que en vez de una guerra de independencia se desarrollara una guerra de clases, muy conveniente para la causa realista, pues con ello buscaba decapitar a la culta y muy valiosa clase dirigente criolla. Dándose cuenta de ésta tentativa de cortar horizontalmente una nación, Bolívar dictó el decreto de guerra a muerte para imponer la causa de la independencia. Y no vaciló en fusilar a Piar cuando él también se dio a la tarea de remover resentimientos raciales.
Ha de ser tarea de cada día inocular a la gente sencilla, atosigada por las falacias, la palabra del Bolívar auténtico, el de Angostura, que afirmaba que “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en el poder a un mismo ciudadano. El pueblo se acostumbra a obedecer, y él se acostumbra a mandar, de donde se origina la usurpación y la tiranía”.
Y pésele a quien le pese, aunque algún segundón descubra un documento apócrifo en contrario, Bolívar nunca tuvo formación militar, sino proviene directamente del campo civil, y pensando en esa sociedad de donde provenía, propuso limitaciones a su propio poder, en un estado que estaba creando él mismo, y que si presionaba un poco, le hubiera concedido poderes absolutos.
El otro clamor que se levanta de nuestros orígenes es el de todo lo que tenga que ver con el descubrimiento. Y en esto soy contumaz.. Esta fecha, en vez de conmemorar la aventura titánica de los empecinados navegantes , se ha trocado por una especie de festín antropófago. En él se celebran loas a nuestro supuestamente rico pasado aborigen. Se derriba, con la impunidad del caso, las estatuas simbólicas de la gesta hispánica. El parangón no puede ser muy lejano con la llegada de aquellos jefecillos barbudos a Roma, incendiando todo a su paso y destruyendo todo vestigio de civilización, hacia el siglo V de nuestra Era.
“Solo son legítimos poseedores de esta Tierra quienes estaban acá antes de 1492” parece ser una consigna. Tal desvarío, siguiendo con Roma, equivale a que en el día de hoy algún atormentado pleistocénico decida destruir cualquier rastro de los establecimientos griegos en el sur de Italia en el siglo VI Antes de Cristo , denigrar de los invasores etruscos y quemar sus piezas, y condenar toda la conquista romana.. “Solo merecen estar en la peninsula Itálica los ligures y los italiotas, que ocuparon esa Tierra dos mil años antes de Cristo”. Lo que sería risible en Europa parece cosa de la mayor seriedad en esta antigua Tierra de Gracia.
Bien, esta crónica esta inficionada por las teorías de la objeción de conciencia del escritor. Los pediatras acá reunidos primero que nada somos venezolanos, y somos médicos, y como tales enfrentamos los avatares de la historia y habitamos esta casa al borde de la duda.
Pero con seguridad la hermosa historia de nuestros orígenes perdurará. Y seguirá después incólume, y se sabrá hasta en la estratosfera, el día en que la palabra humana bien articulada reine en el espacio.
Mientras más oscura sea la noche mejor se verán las estrellas.
Y a la verdad la acompaña una dignidad estética abrumadora.
Caracas, Agosto 2005
Luis Felipe Blanco Iturbe.
Bibliografía
1) Bloom Harold: Para qué leer y cómo. Plaza & Janes
2) Uslar P Arturo: Tierra Venezolana; Edime, Caracas
3) Bauman Janice y Young Leni : Guía de Venezuela. Armitano, Caracas
4) Fortique José Rafael : Crónicas Médicas , Tomo 8 .Maracaibo 1992
5) Chiossone Tulio: Diccionario toponímico Venezolano . Monte Avila, Caracas
6) Gasparini Graziano: Templos Coloniales de Venezuela. Armitano, Caracas
7) Krauze Enrique :Revista Letras Libres. México 2003
8) Mijares Augusto : Lo Afirmativo venezolano
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