La Coronación de Carujo
Hoy está a punto de consumarse una de las más viles artimañas de esta barahúnda cavernaria que todavía engulle los despojos de país. En la inaceptable tramoya no hay, cosa insólita, un afán pecuniario inmediato, como se acostumbra encontrar en cada gesto del clan de truhanes. No, en este inicuo ataque se trata de despojar a la historia misma de significado. Cambiarle el nombre al Estado Vargas . ¿Una guirnalda de gratitud a alguien? NO. No lo es. A mi admirado amigo, tribuno, historiador Manuel Alfredo Rodríguez, que antes de desaparecer dejó bien clara su postura atrincherada contra el déspota originario, oí decir “ Cuando un gobierno como éste decide bautizar un hecho, un lugar o hasta un libro, no mires en homenaje a quién lo hace. No, mira CONTRA QUIEN lo hace ”. Esa es la lupa para escrutar cada gesto de la brutalidad encumbrada. Qué relevancia tenía cambiarle el nombre a la represa del Guri, para cuya operatividad esta cuadrill